Cascadas de Oneta

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Por su belleza y singularidad, la red de espacios protegidos de Asturias incluye estas cascadas del municipio de Villayón, un conjunto de tres saltos de agua que se escalonan en pocos metros, jalonando el curso del río Acebo que discurre entre rocas y numerosos pozos. Algunos, como el del Diablu, tienen gran profundidad. De pronto, la corriente se precipita verticalmente por una altura entorno a los quince metros, formando una cascada de espectacular belleza.

Se trata de la cascada de la Firbia, la más accesible e impresionante de las tres. En torno a ella la continúa precipitación de rocas ha formado un circo sobre el que rompen estruendosamente las aguas.

La cascada está rodeada de robles, abedules y castaños y en su margen derecho se encuentra un canal que en la antigüedad abastecía a varios molinos. Nos encontramos, pues, en una localización privilegiada para apreciar esa relación estrecha entre el paisaje asturiano  y su etnografía relacionada con el agua.

Por debajo de esta casacada existen otras dos de menor altura aunque no menos bellas: la Ulloa y la Maseirua. En el entorno inmediato de éstas la vegetación sigue siendo exhuberante, con una frondosa cubierta de fresnos y alisos.

Con suerte, en el transcurso del río podremos ver alguna nutria, la fauna más representativa de este ecosistema. No es por casualidad, la presencia de nutrias nos dice a las claras que la calidad ambiental de este entorno es muy alto, y que bien merece su protección y el título conseguido: Monumento Natural del Principado.

 
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